martes, 9 de mayo de 2017

CHILE: Puerto Varas y Valdivia

Después de comer en casa de Jessi, salí con tiempo para ir tranquilo a la terminal, pero me confundí de parada y tuve que correr hacia otra y por los pelos no perdí mi bus a Puerto Montt.

El viaje fue de 4 horas de trayecto más 1 en la frontera (ya me habían avisado que los chilenos son muy chapas con los registros fronterizos) y de Puerto Montt tenia que pillar un minibus hasta Puerto Varas, donde tenia "medio reservada" una cama, ya que no había podido conectarme a Internet para confirmarla. Me habían dicho que la recepción cerraba a las 23:00 y a las 22:45 mi minibus todavía no había llegado.

Juan, un colega de Jessi en Bariloche, que ya había estado en ese hostal hacía una semana, me indicó que estaba cerca de la terminal, pero al llegar al pueblo y preguntar al chofer me dijo que no existía ninguna terminal central, que había como 4 o 5 distintas, así que tuve que patear como un loco hasta encontrarlo. Llegué justo a tiempo y nada más entrar por la puerta me encuentro con la sorpresa de que ahí estaba Juan, con un grupo de currelas y huéspedes del hostal que me estaban esperando con un plato de pasta, una copa de vino y una tarta de chocolate.

Mi plan en Puerto Varas era hacer un trekking para ver los volcanes, pero fue imposible porque llovía muy fuerte, así que, después de bajar al lago a ver si se podían ver desde ahí y no ver nada, decidí seguir hacia Valdivia para ir acercándome poco a poco a Valparaiso, donde me encontraría con mis colegas.
Mis vistas al volcán
Lo que debería haber visto
Merluza lo pobre
Tardé 4 horas en llegar a Valdivia, una ciudad bonita que además estaba de fiesta por ser la Semana Valdiviana. Me di unos paseos viendo algunas actuaciones en la calle y como estaba en la costa aproveché para cenar una típica merluza a lo pobre muy buena.


Lo mejor que me pasó allí fue conocer en el hostal, a uno de los lideres más importantes de los mapuches, que tuvo que escapar de Argentina por estar en busca y captura por el gobierno de Macri.
Era el ultimo descendiente del mapuche que firmó con sangre el pacto que decía que sus tierras les pertenecerían hasta que el ultimo de su familia muriera. Este pacto se firmó con Julio Roca, el genocida de la Conquista del Desierto, (hecho histórico terrible que hasta este día yo desconocía).

En estos momentos el pueblo mapuche esta teniendo muchos conflictos porque el gobierno de Macri quiere arrebatarles las tierras que les pertenecen para vendérselas, entre otros, a Benetton y Lewis, dos multimillonarios extranjeros. Hay muchos conflictos abiertos en distintas localidades del sur de Argentina donde los "mapus" y los demás vecinos de sus comunidades están en huelga para defender su territorio y algunos recursos naturales, como por ejemplo, el agua.

Solo espero que este problema se solucione lo antes posible y de la manera más pacifica posible, porque sino, según lo que me contó este señor, se podría llegar a algo parecido a una guerra civil en el país, ya que, como él me dijo. todos los pueblos originarios de las demás zonas del país y del resto de Sudamérica saldrían a luchar en defensa de las tierras de los mapuches.

Esa noche también tuve el placer de conocer al Yeti y además tuve la suerte de que le tocó dormir en la cama de abajo de mi litera. Creo que fue la noche más infernal de mi vida, podía notar como vibraba mi colchón con cada uno de sus rugidos y además no había manera de despertarle y mis auriculares a todo volumen no tenían nada que hacer con el volumen de sus sonidos guturales, dignos de un cantante del Death Metal más radical.

Por la mañana me levanté muy temprano para evitar asfixiarle hasta la muerte con una almohada, aunque eso hubiera significado ser un héroe para el resto de compañeros de habitación. Decidí ir a la playa a ver si allí dejaba de escuchar sus berridos y podía relajarme un rato.





En cuanto llegué a Niebla me di un bañito que me dio la suficiente energía positiva para poder seguir despierto todo el día sin querer golpear al primero que tosiera cerca de mi. Descansé un rato bajo el sol y más tarde fui a buscar más energía positiva en forma de una Kuntsmann (cerveza típica de Valdivia) bien fría y un "completo" que es como le llaman a un perrito caliente gigante en Chile.
Completo y Kuntsmann
Sobre las 8 de la tarde estaba en el bus que me llevaba a Santiago y, a pesar de que me habían hablado muy bien de los buses en Chile, esa noche no fue mucho mejor que la anterior. Nada más subir ya se notaba un bochorno incomodo, pero al de un rato de viaje, nos dijeron que tenían que apagar el aire acondicionado porque estaba goteando encima de algunos pasajeros (¡¡Pobrecitos!!).

Fueron más de 12 horas de calor sofocante que hacía que respirar fuera más complicado que en un baño turco. Además de eso, paraban en cualquier parte a recoger más pasajeros que no cabían ni de pie en el pasillo del bus y que se unían al coro de protestas que no paró hasta llegar a destino.

Nada más llegar pillé un bus que me llevara a Valpo. Estaba hecho polvo pero muy animado por llegar y celebrar mi cumpleaños con mis colegas del Hostal de la Viuda.


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