El 16 de marzo volé de Santiago a San Pedro de Atacama. Tuve que esperar casi dos horas en la cola del mostrador de facturación y después, en el avión, cuando pedí un vaso de agua, me dijeron que la compañía no se lo permitía, que si quería beber algo lo tenía que comprar. Aparte de eso el vuelo fue bastante bien y las vistas del desierto fueron impresionantes.
Al llegar al aeropuerto pillé un minibus hasta San Pedro. Todo el camino (de unas 2 horas) estuvo amenizado por una niña de unos 3 años aporreando una guitarra detrás de mi oreja sin que los simpáticos de sus padres le dijeran nada. Lo mejor del viaje fue la llegada; todo el pueblo estaba a oscuras y estaba lloviendo...¡en el desierto mas árido del mundo!
Al bajar del taxi pude comprobar que todo el pueblo estaba inundado, incluido el hostal y la habitación donde yo dormía esa noche. Me dijeron que era algo casi imposible, que si alguna vez llueve, no es ni en esa época ni en esas cantidades.
Antes de poder dejar la mochi en el cuarto y hacer el check-in, me puse a echar una mano para sacar el agua de las habitaciones y la dueña del hostal estuvo tan agradecida que me hizo un precio especial todas las noches y en algunos tours.
El primer día que pasé allí, lo aproveché para recorrer el pueblo y por la tarde hice el primer tour. Fui a ver el Valle de la Luna, una parte preciosa del desierto de Atacama que, desde sus dunas de arena más altas, tiene unas vistas increíbles a varios volcanes y al resto del enorme desierto. Después entré en las cuevas de sal, que por dentro tienen unos colores y unas formas super curiosas, aunque quizás no sean muy recomendables para quienes sufran de claustrofobia. Al final del tour nos llevaron a La Gran Duna desde donde pudimos disfrutar de una puesta de sol increíble.
Un par de horas después de volver del Valle de la luna, pillé el bus
que me llevó de nuevo fuera del pueblo para disfrutar de "Una noche con
las estrellas", uno de los tours más recomendables en Atacama, donde nos
explicaron muchas cosas sobre las estrellas, los planetas y demás temas
relacionados con el Universo mientras lo observábamos a través de
telescopios muy potentes. Aprendí qué eran las nebulosas, cual era la
diferencia entre un meteoroide (estrella fugaz) y un meteorito, como es
realmente la Osa Mayor, el Cinturón de Orión y la Cruz del Sur y vi
estrellas de distintos colores como la "supergigante roja" Betelgeuse (la 9ª
más brillante en el cielo). Uno de los momentos que más me gustó fue
poder observar la Luna de cerca y hasta sacarle unas fotos con el móvil.
Al
contemplar la grandeza de lo que nos rodea ahí fuera me sentí diminuto y
me dio la sensación de que todos esos problemas que nos ocupan la mente
a diario son realmente insignificantes para el mundo. Esa sensación me acompañó
durante toda la noche y me ayudó a dormir como un bebé.
El
día siguiente lo aproveché para descansar, ver un partido del Athletic y
disfrutar de la pisci del hostal. Me acosté muy temprano porque tenía
que despertarme a las 4 para subir a ver los Geisers del Tatio.
Después
de unas 2 horas de subida, llegamos a 4290 metros (es el campo
geotérmico más alto del mundo y el tercero en extensión), donde hacia un
frío del carajo ya que todavía no había amanecido. Visitamos el primer
balcón de géisers mientras salía Lorenzo por detrás de las montañas y después de desayunar y recorrer otro par de balcones más, nos llevaron a la piscina de agua termal. Aunque fuera seguía pegando la rasca y la salida fue un poco dura, dentro se estaba de vicio; calentito y con unas vistas espectaculares del valle lleno de columnas de vapor de agua saliendo del suelo.
Al volver pasamos por una pequeña aldea, donde probamos unos pinchos de alpaca riquísimos, antes de llegar de vuelta a San Pedro. Esa tarde me encontré con Matt y Laura, mis colegas kiwis, con los que al día siguiente saldría hacia Bolivia donde íbamos a hacer un tour de 3 días hasta el salar de Uyuni.
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