Paso fronterizo Hito Cajón |
Cargamos nuestras mochis en el techo del todoterreno y conocimos a los que iban a ser nuestros compis de viaje durante los 3 días que duraba el tour por el altiplano boliviano; Franka y Mateo, suizos y Laura, alemana. El guía que nos tocó era Eddy, un boliviano muy simpático pero que no tenia ni idea de hablar inglés, por lo que me tocó hacer de traductor durante todo el viaje.
Laguna Blanca |
Rocas de Dalí |
Laguna Verde |
Antes de llegar al pueblito donde pasaríamos la noche, visitamos la Laguna Rosa, que debe su nombre a las algas de ese color que son el alimento principal de los miles (hasta 30000) de pelicanos que inundaban la laguna.
Después de muchas horas metidos en el coche recorriendo caminos de tierra y piedras, llegamos a una diminuta aldea situada a unos 4500 msnm, donde después de cenar una sopa caliente y algo de pasta nos fuimos muy temprano a la cama para reponer fuerzas y prepararnos para las horas que nos esperaban al día siguiente dentro del jeep.
La noche no fue muy reparadora, ya que debido a la altura a la estábamos, se hizo bastante complicado dormir por la sensación de falta de oxigeno que me tuvo agobiado y despierto casi toda la noche.
Un par de cafés y unas tortitas con manjar (así llaman al dulce de leche en Chile) muy buenas me dieron la energía para afrontar con muchas ganas lo que nos quedaba por conocer ese día.
Empezamos visitando un valle gigante donde había formaciones rocosas con formas y nombres muy curiosos, como por ejemplo la Copa del Mundo, el Dromedario, Italia (a esta había que echarle mucha imaginación) y también pudimos ver unas pinturas rupestres muy antiguas
El Dromedario |
La Copa del Mundo |
Después pasamos por un par de lagos; En el primero nos pudimos acercar mucho a los grandes grupos de llamas que estaban comiendo en sus orillas y el segundo fue el que más me gustó. Le llaman la Laguna Negra debido a unas plantas de ese color que cubren todo el fondo. Aquí nos quedamos un buen rato relajándonos y tomando el sol mientras disfrutábamos de las vistas desde lo alto de una roca.
Laguna Negra |
Aunque la carretera fuera de tierra, parecía bastante segura e incluso aburrida por lo recta que era, pero nos comentaron que solía haber bastantes accidentes. De hecho fuimos testigos de uno bastante feo; un camión volcó derramando lo que parecía combustible además de todo lo que transportaba en su parte trasera. Llevaba mucho material de construcción como piedras, cemento, grandes barras de metal y algo imprescindible para una obra (aunque al parecer no fuera mucho más valioso que lo demás): 3 trabajadores. Al parecer, aunque en la cabina hubiera sitio justo para ellos solo estaba ocupada por el conductor y el ingeniero de la obra.
Temiendo lo peor nos paramos para intentar ayudar pero nos dijeron que ya estaba todo bajo control. La ambulancia ya estaba en camino y todos los ocupantes del camión estaban fuera de peligro, solo con algunas contusiones de menor o mayor gravedad.
Después del susto llegamos a San Cristóbal, un pequeño pueblo en el que los trabajos y vidas de sus habitantes giran en torno a una mina. La mina es propiedad de un japonés que también es dueño de un gran hotel de lujo al que solo puede entrar él o sus invitados y de ¡un aeropuerto privado!.
La última parada antes de llegar a Uyuni es el cementerio de trenes, donde en 1899 se contruyó la primera linea ferroviaria del país que llegaba hasta las minas de plata de Huanchaca (Antofagasta). Ahora más de 100 vagones abandonados hacen de este lugar un museo al aire libre muy curioso.
Esa noche la pasamos en el hostal Sal Negra, propiedad de un tipo con un serio desorden mental pero que era muy divertido y que nos dio de cenar un potente Pique Macho antes de irnos pronto a dormir.
Nos teníamos que despertar a las 4 de la mañana para llegar a ver el amanecer en el espectacular Salar de Uyuni (que dejo para otra entrada debido a la gran cantidad de fotos en las que salimos, básicamente, haciendo el chorra).
Qué pasada!! Ya van 7 meses no??
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