Durante las 10 horas de trayecto de Esquel a Perito Moreno charlé mucho con Mabel, pero aún así se hizo bastante duro, ya que el paisaje era muy monótono (tierra seca y algún que otro guanaco), el coche no tenia reproductor de música ni aire acondicionado (es muy necesario si estas recorriendo un desierto con el sol golpeando durísimo durante tanto tiempo) y además la noche anterior me había acostado a menos diez.
GUANACOS CRUZANDO RUTA 40 |
La idea de la señora era ir acompañada porque le daba miedo quedarse dormida en el camino, así que tuve que hacer milagros para no quedarme frito. Fue inevitable que se me cerraran los ojos y que cayera en un sueño profundísimo aunque fuera solo por intervalos de uno o dos minutos cada vez que me ocurría. Aun así parece que lo supe disimular bien con las gafas de sol y la señora acabo encantada con mi compañía.
LA INTERMINABLE RUTA 40 |
Me dejó en un pueblito en medio de la nada llamada Perito Moreno, donde pasé la noche en casa de unos señores a la que le habían puesto un cartelito que decía "hospedaje", que era lo único que podía hacer pensar que un viajero pudiera dormir ahí. Tenían un par de camas de sobra y una duchita minúscula que solo se podía usar unas pocas horas al día.
Afortunadamente solo tuve que pasar ahí una noche y por la mañana, temprano, salí a hacer dedo a la carretera, sin saber muy bien a lo que me estaba enfrentando. Por delante me esperaban 14 horas (540 km!) en la Ruta 40 bajo un sol infernal y un viento que literalmente me tiraba al suelo si no me ponía al hombro mi mochilón de 20kg.
¡AL MAL TIEMPO, BUENA CARA! |
ARTE EN RIO MAYO |
En una rotonda a las afueras de ese pueblo estuve otra hora y cuarto, más o menos, viendo pasar unos cuantos coches a cuyos conductores sin alma no les importaba que me estuviera asando bajo el sol patagónico hasta que de repente uno de ellos, que ya había pasado de largo frenó y dio la vuelta.
El conductor era un forofo de Boca Juniors que decidió recogerme al reconocer mi camiseta del Athletic. Me dijo que nunca hubiera levantado a un argentino y que gracias a mi remera supo que yo no lo era. Éste me llevó una media hora hasta un cruce donde se dividían nuestros caminos y no paró de hablar de fútbol en todo el camino e incluso quiso cambiarme la cami por la suya de Boca a lo que respondí negativamente diciendo que yo ya tenia una de su equipo en casa.
LA NADA |
El ex-militar y ahora minero, después de hablar casi una hora de lo que odiaba a los camioneros chilenos y también a los que no eran camioneros, me dejó en su pueblo, Gobernador Costa donde tuve que estar con el dedo en alto casi 4 horas.
SANTUARIO DEL GAUCHITO GIL |
La Patagonia argentina es infinita y muy bonita, pero no es el lugar más recomendable para jurársela a ir a dedo. Eso sí, no creo que ese día se me vaya a olvidar facilmente.
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