martes, 7 de marzo de 2017

Parque Nacional de los Alerces y El Bolsón.

El plan que tenía cuando salí a hacer dedo en Perito Moreno era llegar a Bariloche en un par de días, pero varios de los que me levantaron por el camino me dijeron que antes tenía que parar a conocer el Parque Nacional de los Alerces Milenarios y después El Bolsón, así que, como casi siempre, mi plan de viaje cambió de la noche a la mañana.

Después de unos momentos de tensión por haber intentado sacar plata de 4 cajeros distintos sin éxito, por fin lo conseguí y salí a la carretera para ver si alguien me acercaba al Parque de los Alerces.

Tras más de 3 horas de espera entré al Parque en el carro destartalado de un chaval que, entre otras cosas, me contó lo que fue la Conquista del desierto en Argentina (no me suena haberlo estudiado en el colegio). Alucinado por el tamaño del Parque (259 570 ha!!), me quedé en el primer camping libre que encontramos. Nada más llegar le pregunté a un tipo a ver como funcionaba eso; si había baños, donde podía comprar agua y algo de comida... Me explicó lo que era un camping libre y que por lo tanto allí no había ninguna de esas comodidades.

Lago Futalaufquen (a 10m. de mi carpa)

Me invitó a comer con dos amigas con las que estaba y después, como ellos ya se marchaban, me regalaron muchísima comida que les sobraba, leña, cubiertos y ¡hasta una olla especial para cocinar en fuego! (me contaron que fue de un soldado yankee durante la guerra de Vietnam). Se puede decir que me salvaron de una buena, porque al pensar que iba a un pequeño parque nacional a pasar la tarde o, como mucho, una noche, solo llevaba algo de frutos secos, unas sopas y alguna galleta.

Mi campamento


Pasta a las brasas en mi nueva olla
Despues de un txombito en el lago que tenía a 10 metros de la carpa, me cociné unos espaguetis que me supieron a estrella Michelin y me fui pronto a dormir. Al día siguiente, después de un cafecito caliente (la noche había sido muy fría) y un buen bañito salí a la carretera para seguir recorriendo la zona. No fue una experiencia nada agradable por el solazo que pegaba, el polvo que se levantaba cada vez que un coche pasaba y lo largo que se hizo hasta llegar a otro camping libre (80 km.en más de 4 horas).





Éste estaba en Playa El Francés, un lugar apartado de todo con un lago precioso desde el que se veían los glaciares de las montañas que lo rodeaban. Ahí hice el mismo plan que el día anterior, un par de baños en el lago, ir a recoger leña, hacer el fuego, cenar y pronto a la carpa. Al día siguiente tocaría otra paliza de viaje para salir del Parque, sin haber visto ni un alerce, pero habiendo disfrutado y desconectado muchísimo.




Vistas desde Playa El Francés


Vistas que amenizaban la pateada
Ya fuera, 5 horas después de haber salido del camping y viendo que caía la noche sin que nadie me quisiera llevar hacia el Bolsón, agarré (me he tenido que acostumbrar a no decir "coger" en Argentina) un bus. Cuando llegué, el pueblo estaba de fiesta y en el hostal, nada más llegar, un argentino con un lauburu tatuado en la espalda me invitó al asado que estaban comiendo y a unos Fernet-cola (pócima tipica argentina). No me podía quejar de recibimiento.

Un par de días después, me moví a un camping donde encontré a Cyril, el francés que conocí en El Chaltén. Me contó que había un festival de música con muy buena pinta en Lago Puelo, así que ya tenía plan para el finde.

Cartel Festival Lemun
El festival Lemun, antes conocido como el Moonflower, es un festival de música "psy-trance" (música que no había escuchado antes y no sé si volveré a hacerlo) de 3 días en la montaña. El ambiente la primera noche fue muy bueno y la música no me disgustó, pero los días siguientes la tralla fue "in crescendo" hasta el punto en el que me di por vencido y tuve que hacer una bomba de humo y volverme a El Bolsón a descansar los oídos.

¡No a la venta de las tierras mapuches!

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